La práctica médica es un ciclo continuo de enseñanzas y aprendizajes. Gracias a esto, me crucé con la optometría, un mundo de cálculos numéricos, física y química, y que conocía de forma superficial.

En este mundo me he encontrado con profesionales increíbles, ávidos de conocimiento y apasionados, no solo por la optometría, sino también por la oftalmología. Su ímpetu por estudiar e investigar me hizo identificarme rápidamente con ellos. Desde mi profesión siempre he buscado romper los límites cuando de adquirir nuevos conocimientos se trata, sin importar el costo y el tiempo que requiera. Por eso, el trabajo con optómetras de alto nivel me ha hecho crecer como médico pues, así como estoy aportando mi conocimiento y retomando el gusto por la enseñanza y la investigación, estoy aprendiendo de la experiencia de estos.

Esta relación sinérgica entre dos saberes se alimenta de los años de práctica y el deseo por investigar y cuestionar paradigmas y hallazgos científicos descritos en libros y artículos. Esto nos ha llevado a descubrir que, muchas veces, nuestros resultados son superiores a lo que los estudios han encontrado. Todo gracias a la suma de conocimientos y experiencias.

Nuestro reto es realizar estudios para la solución de problemas oculares en conjunto. Por lo pronto, ya hemos recorrido un camino en el diagnóstico realizado con OCT (Tomografía Óptica Coherente). Por ejemplo, hemos podido estudiar alteraciones en la capa de la córnea, hacer adaptaciones de lentes de contacto para ubicar zonas de aterrizaje, altura central y cambios en el movimiento y analizar la capa de células ganglionares y de fibras nerviosas. En este último caso, hemos encontrado una relación directa entre enfermedades degenerativas neurológicas como el Párkinson y el Alzheimer y la disminución de estas capas, antes de que se den cambios neurológicos. Esto significa que el OCT nos permite detectar un biomarcador temprano de estas enfermedades.

Asimismo, el análisis detallado de la mácula a los pacientes miopes con disminución de la visión -clasificados como miopía maligna sin solución- nos ha permitido encontrar foveoesquisis, agujeros maculares y centrales con perifoveales. Estas anomalías no se habrían podido detectar si el OCT lo realizara el equipo de manera automática, o lo hiciera un operador básico sin estudios. Y como si esto fuera poco, la ubicación del ángulo kappa a través del OCT ha resultado en cirugías más precisas y una mejoría visual para nuestros pacientes.

En conclusión, la sociedad entre optómetra y oftalmólogo nos permite estudios diagnósticos y tratamientos muy beneficiosos para nuestros pacientes y estamos avanzando en investigaciones sin precedentes gracias a la cercanía de dos profesiones que se complementan científicamente en pro de la medicina.

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